La Coliflor pertenece a la familia de las Cruciferas, la coliflor es una legumbre que se cultiva desde hace cuatro siglos, en España, Italia, India, Francia y China, éste último es su principal productor y exportador. Corresponde al grupo de las coles –como el brócoli y el repollo-, suele superar los 30 centímetros de diámetro y puede pesar más de dos kilos.
La Coliflor es de aspecto compacto y carnoso, es nutritiva y poco calórica: el agua es su principal componente, pues posee casi el 92%. Sin bien puede ser también verde o morada, la más común es blanca, porque durante su cultivo los agricultores unen las hojas que la envuelven por encima de la planta para impedir la entrada de la luz solar y evitar la coloración producto de la fotosíntesis.
¿Qué aporta la coliflor a nuestro organismo?
Rica en antioxidantes, provee al organismo de vitaminas y minerales que contribuyen con la prevención de ciertas enfermedades degenerativas. Además estimulan el sistema inmunológico pues una taza de coliflor cocinada contiene vitaminas C, B y K, fosforo, hierro, potasio, magnesio y ácidos grasos omega -3 que actúan de manera similar al ácido fólico.
Sus propiedades sumadas al bajo aporte de sodio, hacen que su consumo frecuente beneficie a personas que padecen de baja producción de orina, hipertensión, retención de líquidos y tendencia a formar cálculos renales. Su ingesta reduce el riesgo de cáncer de colon, próstata e hígado.
Como puedes ver, son sólo beneficios los que obtienes al consumir este rico alimento. Es una opción gastronómica con múltiples presentaciones en la mesa: puedes servirla gratinada, hervida o al vapor. Además es un vegetal que combina muy bien con arroz, huevos, papas y queso. También puede comerse sola o en ensaladas.
Finalmente, no te deshagas del tronco, puedes añadirlo a cremas de verduras u a otras sopas.