El ajo es conocido como un excelente antibiótico natural. Por tanto, se recomienda consumirlo a diario para beneficiarse de sus beneficios. Sin embargo, algunas personas son alérgicas a ella.
Consumido desde la antigüedad, el ajo es una planta originaria de Asia Central. Los egipcios lo distribuyeron a los trabajadores para mantenerlos sanos y fuertes para realizar sus tareas. En la medicina árabe, el ajo se usaba para combatir infecciones de la piel.
Planta herbácea perenne de la familia de las liliáceas, el ajo presenta largos tallos verdes que miden entre 50 y 120 cm y un bulbo con 10 a 15 bulbillos o vainas.
Ampliamente utilizado en la cocina, el ajo ayuda a realzar el sabor de comida. Sin embargo, su éxito no proviene solo de su capacidad para sublimar platos. El ajo también es apreciado por sus beneficios nutricionales. De hecho, el ajo contiene una alta tasa de vitaminas y minerales:
Es rico en proteína y carbohidratos. El ajo también contiene antioxidantes permitiendo luchar contra los radicales libres, por ejemplo, tocoferoles y flavonoides. El ajo también contiene fructanos, fibras que contribuyen al desarrollo de bacterias buenas en el intestino. Como resultado, el ajo participa en el buen funcionamiento del tránsito intestinal y por tanto en el fortalecimiento del sistema inmunológico. Esto se debe a que las bacterias intestinales buenas desempeñan un papel importante en el fortalecimiento del sistema inmunológico.
El ajo tiene muchos beneficios para la salud:
La alicina en el ajo contribuye a niveles más bajos de colesterol y triglicéridos en la sangre. La adenosina del ajo por su parte tendría un efecto vasodilatador, favoreciendo así la circulación sanguínea. Además, las prostaglandinas contenidas en el ajo permitirían diluir la sangre y así mejorar su circulación en los vasos sanguíneos. El consumo regular de ajo ayuda a prevenir muchas enfermedades cardiovasculares.
Su consumo habitual ayuda a combatir resfriados, infecciones estacionales, bronquitis e incluso infecciones por hongos gracias a sus propiedades antifúngicas, antibacterianas y antiinfecciosas.
Excelente fuente de compuestos organosulfurados (alicina, dialilsuflidos y aliina), el ajo fresco es un verdadero aliado para la salud. Sin embargo, algunas personas son alérgicas a ella.
La ingestión de ajo provoca urticaria o problemas digestivos. Sin embargo, este tipo de alergia es muy poco común y los síntomas suelen ser inflamación de la piel, sarpullido con sensación de picazón o ardor o inflamación aguda del revestimiento de la cavidad nasal.
En la mayoría de las alergias alimentarias, son las proteínas las que hacen que el sistema inmunológico responda. En el caso del ajo, la proteína que causa la alergia es la enzima alliin liasa. Se cree que las inmunoglobulinas E. juegan un papel en la reacción alérgica. La prueba de IgE se usa para determinar el nivel de inmunoglobulina E en la sangre.
En algunos casos de alergia, la cocción pierde el poder alergénico de determinadas proteínas. En el caso del ajo, el paciente reacciona tanto al ajo cocido como al ajo crudo.
Si tiene alergia al ajo, evite el contacto para aliviar los síntomas, luego consulte a un médico.
Aproximadamente el 12% de los adultos y entre el 5% y el 10% de los niños son propensos a los dolores de cabeza. Hay muchas causas que pueden provocar dolor de cabeza:
La migraña puede ocurrir después de ingerir ciertos alimentos, siendo los más comunes:
Cabe señalar que los alimentos desencadenantes no son los mismos para todos. Es importante estar atento durante los períodos de migraña para detectar las causas exactas.
Si bien la alergia al ajo es bastante rara, es más común ver personas que tienen problemas para digerirlo. Por tanto, estas personas pueden tener hinchazón, náuseas, vómitos, gases o calambres estomacales. Los síntomas pueden aparecer unas horas después de una comida. Los síntomas son más o menos importantes según la cantidad ingerida.
Para que el ajo sea más digerible, córtelo por la mitad y luego retire el centro verdoso.
Las liliáceas son una familia de plantas que incluye ajo, cebolla, puerro, cebollino, cebollín y chalote. Si es alérgico al ajo, existe una gran posibilidad de que sea alérgico a la cebolla u otros también. Los síntomas de la alergia pueden ser urticaria, eccema, problemas respiratorios, vómitos, diarrea o incluso náuseas.
Es importante consultar a un alergólogo para una prueba de detección. Existen diferentes pruebas para detectar alérgenos:
En el caso de una alergia a las liliáceas probada, es fundamental adaptar su dieta Evitar el uso de cebollas, ajos y chalotes en los platos. Las cebollas y otros alimentos que forman parte de la familia de las liliáceas se utilizan comúnmente en la cocina. Por tanto, debes tener cuidado. Adquiera el hábito de leer etiquetas o pedir información a los camareros cuando salga a cenar. Algunos alimentos para evitar son:
Tenga en cuenta que las personas con alergia a la cebolla también pueden ser alérgicas a ciertas plantas, como:
Hay muchos tratamientos disponibles para aliviar una alergia a un alimento. El manejo también varía según la gravedad y las reacciones:
Algunas personas alérgicas a las cebollas pueden consumirlas cuando se cocinan. De hecho, cocinar reduce el poder alergénico de los compuestos involucrados. Sin embargo, la mejor manera de evitar la picazón o los problemas respiratorios es evitar los alimentos que causan la alergia.
Además, muchos alimentos pueden reemplazar la cebolla o el ajo:
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